martes, 28 de noviembre de 2017

Entro en mi cuarto cansada y tus calcetines todavía están en el suelo (tengo que echarlos en el cesto de la ropa sucia, esta habitación se hace pequeña y se me acumula el desastre por las esquinas). La camiseta con la que dormiste anoche y el pijama que te dejé están al lado de la almohada. Todo se ha quedado congelado pero tú ya estás en el tren, en el avión, de vuelta a tu realidad. Tus botas ya no están en mi armario, sólo queda mi ropa húmeda en el tendedero, en el radiador. Tengo que hacer la cama pero estoy cansada. Vas dejando pedacitos de ti en mi ecosistema. Te echo de menos porque eres parte de este paisaje donde ya no estás, ya no te veo, ya no te encuentro. Hoy duermo con tu camiseta de rayas, como tantas otras veces, deseando que el edredón se quede corto y estar apretujada contigo en mi estrecho (e incómodo) colchón. Vuelvo a mi rutina donde en vez de tenerte a ti me he quedado con un resfriado y el frío atrapado entre los huesos.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Canibalismo de madrugada

Me como pedacitos de tu vida para intentar entenderte. El ticket de la compra (promoción: dos paquetes de tortellini por el precio de uno; total, 4£), las entradas del concierto, los montones de billetes de avión y de tren (suyos y míos). Un libro y varias pestañas abiertas, mi cabeza en otros treinta sitios distintos. Mordisqueo la esquina de tu foto de 2015, de aquel post con una canción (triste). Citas y letras y citas y letras. Detalles en fotos que eliges, quizás sin saber, detalles escondidos detrás. También detrás (de la confirmación de reserva del tren, billetes de ida y vuelta) escribo las anotaciones de mi ensayo y la lista de temas y las páginas del libro donde están las citas (citas y letras). Voy hilando informaciones de aquí y de allá. He encontrado un libro para poder aumentar la bibliografía y llegar al límite de palabras; todo bien. En la guía te explican cómo usar el punto y coma, MLA, Harvard, notas al pie. La reserva de tu vuelo es ESXG...etc. (se acerca el momento de volar a AMS; Schipol otra vez). "Un día como hoy", un 5, un reloj y una flecha como la del botón de "refrescar". Click y publicaciones absurdas, problemas del algoritmo, malas decisiones sobre qué cuentas y qué no cuentas en RRSS. Doble click seguido: me gusta esta foto. X persona ha dejado de seguirte (te das cuenta porque lo miras, por curiosidad, por aburrimiento). Bostezo. Tic-tac-tic-tac, el ensayo tiene que estar acabado para releerlo el jueves por la noche cuando llegues a casa (III, designación aleatoria, home is wherever I'm with you) y listo para subir. Descubrí el-disco-más-triste-del-mundo (por ahora, hasta ahora, ahora): él habla de su esposa fallecida canción tras canción sin casi filtro (no quiero que te mueras). Mientras tanto yo hablo de amor y de mansiones embrujadas. Intercalo teclear con comerme trozos de otras vidas, de vidas pasadas, de vidas ya caducadas. Una nueva publicación. Notificaciones. Espacios, mudanzas, posibilidades. Vidas.


(P.D.: Elizabeth Barrett Browning quería mucho a Robert Browning ¿pero él quería estrangularla?)

jueves, 28 de septiembre de 2017

Sólo me has rozado

Una vez me gustó tanto un chico que me compré un libro donde salían sus poemas. Hace eones, también, escribí un retazo de algunas horas que pasamos juntos y por algún casual acabó aquello publicado en un recopilatorio de microrrelatos.  No fue más que darme de bruces contra una pared blanca y fría durante meses y meses. Ahora lo entiendo todo bien, tanto tiempo después de cerrar esa puerta con candado por fin, mucho más lejos del punto de partida: fue un error de cálculo, un fallo de semántica.


«Calculamos mal la distancia entre nosotros
Eran cientos de kilómetros de frío
Supongo que por eso sólo me has rozado». 

(pero ahora, aunque hace frío, mis historias ya no carecen de sentido)

sábado, 23 de septiembre de 2017

Update vital a la 1:17am mientras la juventud sale de fiesta

Aquí hay conejitos correteando de noche por el césped y los jóvenes ponen sus altavoces y beben en la puerta de casa. Yo me tumbo en la cama a pensar en ti, miro tu foto y espero y espero y espero a que vengas. No llegas pero te siento cerca. Esta cama se me hace enorme aunque creo que apenas cabríamos: mide poco más de 90. Te imagino paseando (conmigo) por el camino de todos los días con el bosque a ambos lados y un montón de gente, pero sólo te veo a ti. No me malinterpretes: me encanta estar aquí, pero me faltas tú. Sin embargo, estás en cada cosa que hago. Estás ahí, donde he aprendido que el puente puede sostenerse por ambos lados. Y lo cruzamos sin vaivenes. Pero quiero parpadear y que aparezcas. Creo que así es como voy a recordar todo esto dentro de unos años, cuando pueda estirar la mano y encontrarte siempre: como un breve paréntesis. Ni siquiera un paréntesis; seguimos avanzando, como en un cine continuado. Mientras tanto sigo en este cuarto lleno de luces que espero te guíen hasta mí. Se suceden las canciones entre el ruido de fuera y las botellas de cerveza o de sidra: no me molesto en asomarme, puedo imaginarme la vida a través de mi ventana, pero prefiero imaginarte a ti, siempre. 

martes, 18 de julio de 2017

Update vital a las 3am

Últimamente estoy súper triste y tengo tiempo libre (¿estoy más triste porque tengo más tiempo para ponerme triste?) por lo que he acabado volviendo a escribir aquí. Leo y tomo el sol y aprovecho para nadar y tararear canciones. Me duele la picadura del animal-no-identificado que me atacó el domingo en el muslo derecho. Se me duermen las manos de escribir con el móvil tumbada. Me duele también el pinchazo de la analítica de esta mañana. Me sigo recreando en mi espera recostada sobre la barandilla de la sala 1 de la terminal 1 después de aparcar el coche donde pone claramente que es zona de descarga (o algo así, que solamente puede bajarse gente que se va y ya, pero mi coche es pequeño y apenas ocupa espacio, tampoco va a entorpecer tanto el ya torpe paso). Me acuerdo de todas las veces que ha salido mal esperando que por favor salga bien. Y mientras que intento masticarlo todo me cae encima el chaparrón, después el granizo, por último me quedo enterrada bajo la nieve. Y se me entumecen las manos y me duele el pinchazo y me molesta la picadura. Y siento el vacío y apenas tengo sueño aunque son las 3am y anoche a esta hora ya casi estaba desvelada. 

domingo, 16 de julio de 2017

Comme d'habitude

Yo creo que estoy en el bosque donde Alejandra no ha cesado de morar, sólo que yo me acuerdo de cosas más mundanas y con menos gracia (que ella). Allí también hay tulipanes rojos que hacen de eco a mis heridas (más o menos profundas). Todo lo que hago en verano me lleva de vuelta cinco, cuatro, tres, dos, un año atrás. Una semana. Al último correo que te envié. A las canciones que me van narrando lo que pasó. Lo que me queda por pasar. Mi operación a corazón abierto constante. La vela que arde por ambos extremos. Las noches sin dormir, las noches sin querer dormir, las noches sin poder dormir; la parálisis, la pérdida de fuerza que parece un sedante. Y otra madrugada recreándome en ti.

miércoles, 12 de julio de 2017

Podría contar mi vida uniendo fotos de instagram

A veces cuando estoy algo más triste/reflexiva me acuerdo de detalles tontos. Recuerdo que tenías una cicatriz en el tobillo (no recuerdo cuál) y que un día te dibujé un ojo encima mientras estábamos todos sentados en el pasillo. Supongo que acabaríamos de comer y yo me iría a casa o a la biblioteca y vosotros a alguna clase. Fue en la planta de arriba. Recuerdo también que estábamos regular. Lo que ahora me pregunto es, ¿de qué era esa cicatriz? ¿Por qué no te pregunté? ¿O es que sí lo sabía y no me acuerdo? Lo dudo. Te memoricé hasta la saciedad. La acaricié con ternura, como tantas otras (y más tristes). Todavía te adivino, o lo intento más bien, buscando pistas que suelen hacerme serpentear por el bosque descalza. Otro día me acordé de cuando me dejaste jugar con tu colección de canicas o la tarde que probamos a armar la tienda de acampar en tu jardín. Y me resultas tan cotidiano como mirarme las manos, como preguntar la hora, leerme un libro, pero en realidad eres el holograma de todo aquello que nunca termina de irse y tengo metido debajo de la piel: el frío que se me entrelaza a los huesos hasta cuando hay ola de calor. Estoy escuchando una canción de Radiohead y me acuerdo de la última vez que nos vimos, de otras cicatrices: la tuya en la pierna, la mía en el alma. Se hizo de noche para cuando entramos en materia y te hice preguntas cuyas respuestas a veces me azotan cuando estoy desprevenida, se reproducen en mi cabeza como un eco inconexo y difuso. Me subí al autobús; ya tenía que irme y tú probablemente quisieras que me fuera. Te llamé. No te despediste. Logré escabullirme por los pasillos de la facultad y del Carrefour la primera vez que volviste para poder evitarte y desde entonces huyo hasta que vuelvas a arrinconarme para regalarme nuevos detalles que me torturen más adelante. Yo tampoco quiero despedirme más.


Did you love me like the way you wrote? Well, I'm afraid so, I'm afraid so